Mi experiencia con el Kintsugi
Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro. Creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso.
El ‘kintsugi’ es una técnica centenaria de Japón también llamada “carpintería del oro” que consiste en reparar las piezas de cerámica rotas haciéndolas más bonitas y preciadas que antes de romperse y convirtiéndolas en piezas únicas. Mediante el encaje de los fragmentos rotos, las líneas de unión se pintan con un barniz espolvoreado en oro, resaltando y haciendo más visibles estas líneas de rotura, lo que transforma su esencia estética, convirtiendo la pieza en algo único y dando valor a la imperfección.
Así, frente a la tendencia de la cultura occidental de recomponer un objeto roto pegando sus partes de forma que no se vean las roturas, los japoneses apuestan por resaltar esas roturas, esas “cicatrices», convirtiendo la pieza rota el algo bello…puede que más bello de lo que era inicialmente.
Este arte nos sirve de metáfora de nuestra vida. Ante una rotura, podemos “disimularla», negarla incluso, para aparentar que nada ocurrió, que soy fuerte y que sigo siendo la misma. Pero también puedo pararme, reconocer la “rotura», observar las piezas descompuestas y decidir reconstruirme sin esconder mis cicatrices, destacándolas, sintiéndome orgullosa de ellas e incorporándolas a mi Ser. Seguramente seré una persona más valiosa, más sabia…
Mi experiencia en la reconstrucción de un cuenco roto, una metáfora de la reconstrucción de una vida después de una gran adversidad.
El dolor del cuenco roto.
El ruido seco de la ruptura del cuenco. El dolor.
Varios fragmentos del cuenco dispuestos ante mí.
¿Por qué a mí? ¿Y si lo hubiera agarrado mejor?, sentimientos de culpa y de injusticia.
¿Seré capaz de arreglarlo? ¿Cómo quedará?, mis dudas y mis miedos.
El proceso de reconstrucción.
¡Quiero recomponer el cuenco!, no me anclo en el dolor, no me importa porqué ha ocurrido, quiero arreglarlo. Un cambio de actitud.
Examino los fragmentos y elijo los más grandes, estoy buscando recursos y fortalezas en mi interior.
Las piezas se van pegando y el cuenco empieza a tener forma. Paciencia, constancia.
Embellezco las cicatrices
Pinto con oro las líneas de unión, el aspecto del cuenco se va modificando, ya no es lo que era, no estoy reparando un cuenco roto, estoy creando un nuevo cuenco, he conseguido transformar el dolor en arte.
Esto es lo que el Kintsugi nos trata de enseñar, quizás el cuenco, como la vida, se vuelva a romper, pero puedes recomponerla, aceptando ese dolor como un reto y creando una pieza única.
Vedana -Escuela de Bienestar y Crecimiento- organiza Talleres de Kintsugi como terapia para desarrollar nuestra resiliencia, experimentando, a través de la reconstrucción del cuenco, el valor de las heridas y de las crisis en la conformación de la propia personalidad.