Es habitual que nos asalte el deseo de cambiar el mundo, de mejorarlo, de erradicar la pobreza, el hambre, las guerras, injusticias, el deterioro del planeta, etc.. pero todos estos problemas, tienen causas estructurales.
Problemas económicos o políticos, problemas que en general quedan muy lejos de nuestro alcance, nuestros grandes deseos e ideales quedan totalmente estancados y ante tal inmensidad, nos damos por vencidos.
“Si quieres cambiar el mundo cámbiate a ti mismo”.
Mahatma Gandhi.
Si, el cambio debe comenzar en nosotros mismos, esto impactará en la vida de otras personas, seremos ejemplo, crearemos un efecto multiplicador, contribuiremos a construir una nueva sociedad en la que las personas vivan y sientan plenitud haciendo un mundo mejor.
Un cuento muy simple que encontré por internet que refleja estos pensamientos.
Un científico, vivía con preocupación todos los problemas del mundo.
Estaba decidido a encontrar por todos los medios una solución. Pasaba días en su laboratorio, en busca de respuestas.
Cierto día, su hijo de 7 años, invadió su lugar de trabajo, dispuesto a ayudarle a encontrar esa ansiada solución.
El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lugar.
Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiera distraer su atención:
Encontró una revista, donde había un mapa del mundo, ¡justo lo que precisaba!
Con unas tijeras, recortó el mapa en varios pedazos y se los entregó al niño con un rollo de cinta, diciendo: Hijo, como te gustan tanto los rompecabezas, te voy a dar el mundo en pequeños pedazos, para que lo repares.
El científico pensaba, quizás se demoraría meses en resolverlo, o quizás nunca lo lograse, pero por lo menos, le dejaría tranquilo por un tiempo; pero no fue así.
Pasada algunas horas, escuchó la voz del niño: «Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo».
Al principio el padre no dio crédito a las palabras del niño. ¡No puede ser, es imposible que a su edad, haya conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes!
Levantó la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería un trabajo digno de un niño: Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo había sido capaz?
-«Hijito, tú no sabías cómo es el mundo, ¿cómo lograste armarlo?»
-«Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi del otro lado la figura de un hombre. Así que le di la vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía cómo era.
Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y me di cuenta que había arreglado al mundo.»
PARA ARREGLAR EL MUNDO EMPIEZA POR TI
María Fernández de la Riva
Psicóloga clínica M-29020
Tfno. 639 40 74 93