A sentirse bien también se aprende.
La neuroplasticidad es la capacidad que tienen nuestros cerebros de formar y reformar redes neuronales a partir de nuestras experiencias, es decir, la habilidad de moldearse con el aprendizaje. Cada vez que aprendemos o practicamos algo nuevo, se forman o se refuerzan redes en nuestro cerebro estableciéndose comunicación entre las diferentes neuronas (sinapsis). Richard Davidson, doctor en Neuropsicología, investigador de Neurociencia Efectiva, formado en la Universidad de Harvard, ha popularizado la idea de que gracias a la neuroplasticidad cerebral, el individuo puede entrenarse para ser feliz de la misma forma que cuando se dedica a aprender a tocar un instrumento o a jugar tenis. “La felicidad requiere práctica y tiempo porque hoy sabemos que el cerebro cambia en respuesta al entrenamiento mental”. Aquí te dejo algunos “entrenamientos” para aprender a sentirse mejor, todos ellos comprobados científicamente.
Entrena la gratitud
Muchos estudios encuentran que las personas que practican la gratitud reportan beneficios consistentes y cambia la estructura molecular del cerebro, mantiene la materia gris funcionando y nos hace más saludables y felices. Empieza el día agradeciendo, pensando en cinco personas por quienes sientes gratitud. Agradece la existencia de cosas simples: como la electricidad, el agua potable, la ropa limpia, una taza de café, la puesta de sol. Expresa tu agradecimiento a los demás con palabras y acciones. Da las gracias personalmente o envía una nota a la persona que hizo algo bueno por ti. Llevar un diario sobre la gratitud: escribe sobre las personas y las cosas por las que sientes agradecimiento, hazlo antes de acostarse para que los últimos pensamientos del día sean positivos y descanses durante el sueño. Cuando tengas un día difícil, lee tu diario.
Practica meditación o mindfulness.
Además de todos los beneficios que la meditación y el mindfulness producen en nuestra vida, produce cambios en nuestro cerebro. En este artículo de la revista Forbes se revisan los cambios más notables. Anímate y practica unos minutos al día.
Rodéate de gente positiva
Esta científicamente comprobado que las emociones se contagian. Existen unas neuronas en nuestro cerebro, llamadas neuronas espejo, que se activan cuando vemos a otra persona experimentando una determinada emoción, y se activan poniendo en marcha en nuestro propio cerebro los mismos circuitos cerebrales que esa persona emocionada. Así que rodéate de gente positiva y entusiasta producirán yun efecto positivo en tu bienestar. Según una investigación de BMJ Group, la felicidad de uno, depende en gran parte de la felicidad de las personas con las que tiene contacto constante.
Sonríe
Thich Nhat Hanh, el gran maestro budista dijo: «A veces tu alegría es la fuente de tu sonrisa, pero a veces tu sonrisa puede ser la fuente de tu alegría». Numerosos estudios indican que sonreír, incluso cuando no nos sentimos felices, puede ralentizar el ritmo cardíaco y disminuir los niveles de estrés, en definitiva, cambiar nuestro estado de ánimo. Pruébalo, sonríe todo lo que puedas.
María Fernández de la Riva Psicóloga clínica M-29020 Experta en Mindfulness. Tfno. 639 40 74 93