Junto con la práctica formal (la meditación), la práctica informal es uno de los pilares del aprendizaje mindfulness. Mediante ella tomaremos conciencia del momento presente, de una forma muy simple pero eficiente.
Es una forma de desarrollar un enfoque más consciente de la vida, simplemente durante pequeños instantes a lo largo del día, nos detendremos y prestaremos más atención deliberada a lo que estamos haciendo, a las sensaciones que tenemos en ese preciso momento.
Una práctica simple que podemos desarrollar es el momento de la ducha. En general sobretodo si nos duchamos por la mañana, solemos utilizar esta actividad para realizar la agenda mental del día, nos vienen todos los pensamientos de lo que tenemos o queremos hacer.
Utilicemos este momento de nuestra vida cotidiana para llevar la atención completa a lo que estamos haciendo. Sintamos el sonido del agua, su temperatura y suavidad al entrar en contacto con la piel, el olor del gel, los movimientos de nuestro cuerpo , el roce de la toalla…
Otra manera de desarrollar estas prácticas es realizar “Momentos Mindfulness”, utilizando acontecimientos “ordinarios” como recordatorios. Por ejemplo, cuando suena el teléfono, hagamos un par de respiraciones conscientes antes de cogerlo para estar plenamente presentes con nosotros mismos y con la persona que llama.
Aprovechemos un semáforo en rojo para sentir las sensaciones de estar en el coche, el tacto del volante, nuestra posición en el sillón del conductor… Utilicemos la espera del ascensor para sentir nuestro cuerpo, el peso y la gravedad sobre nuestros pies , es roce de nuestra ropa…
Esta consciencia “forzada” de las sensaciones, fortalece vuestra capacidad de distinguir entre las sensaciones y los pensamientos, desarrolla nuestra atención y potencia la creación de nuevos patrones neuronales, que van a conseguir, mediante el hábito, llevar ese comportamiento inicialmente consciente, al plano subconsciente.
