La rana que no sabía que estaba hervida
Si se echa una rana a una olla con agua hirviendo, ésta escapa inmediatamente y salta hacia afuera.
En cambio, si inicialmente en la olla ponemos agua a temperatura ambiente y echamos una rana, ésta se queda tranquilamente dentro de la olla. Y cuando, a continuación, comenzamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona bruscamente sino que se va acomodando a la nueva temperatura del agua hasta perder el sentido y, finalmente, morir literalmente hervida.
¿Por qué le ocurre esto a la rana? Parece ser que biológicamente está preparada para detectar amenazas a la supervivencia como cambios repentinos en el medio ambiente, pero no para cambios lentos y graduales que es lo que pasa cuando el agua se va calentando poco a poco.
Como a la rana de la parábola, a menudo a nosotros nos pasa algo parecido. No somos capaces de notar como cada día nos desviamos un poco más del camino que nos hubiera gustado llevar, de lo que nos hubiera gustado ser, de nuestros sueño…, hasta el punto de que ¡no hacemos nada para remediarlo!
Mantenemos matrimonios inviables por comodidad, permanecemos en el mismo trabajo sin intentar buscar otra cosa a pesar de que nos quitan responsabilidad, no cuentan con nosotros, no nos promocionan y nos aparcan a un lado. Aguantamos situaciones y personas dañinas a nuestro lado.
Nos acomodamos, nos adaptamos al problema exactamente igual que la rana y acabamos muriendo, en este caso muriendo en vida, teniendo un trabajo que no queremos , manteniendo situaciones que no nos gustan y viviendo una vida que no nos llena. Quizás estemos sufriendo el “síndrome de la rana hervida”.
Ya sabes, no aguantes hasta quemarte ¡Salta cuando aun te queden fuerzas!
María Fernández de la Riva
Psicóloga clínica M-29020
Tfno. 639 40 74 93