La ira se genera cuando tenemos la sensación de haber sido perjudicados, una reacción de irritación, furia o cólera desencadenada por la indignación y el enojo de sentir vulnerados nuestros derechos. Es una emoción necesaria, primaria, activa, adaptativa, que nos invita a pasar a la acción.

Muchas veces detrás de esa ira o enfado se esconden mensajes reveladores. Estas emociones nos están transmitiendo algo muy profundo sobre nosotros: miedos que somos incapaces de reconocer y aceptar. Quizás la ira venga de nuestro interior.

Os dejo un cuento budista que lo expresa muy bien.

El bote vacío.

Un monje al que le gustaba meditar en silencio, decidió un día subirse a un bote y remar hasta el centro de un lago. Allí estaría mucho más tranquilo y podría meditar mejor. Ya estaba en el centro del lago y cerró los ojos. ¡Qué paz se respiraba!

Pero de pronto, cuando estaba en la fase más profunda de sus reflexiones, algo golpeó su barca y le desconcentró. Le molestó tanto que pensó:

– “En cuanto abra los ojos, se va a enterar la persona que me golpeó”.

Estaba tan furioso… Sin embargo, al abrir los ojos, solo vio una barca vacía, que seguramente arrastró el viento a la deriva hacia allí. Entonces de dio cuenta de que la ira no venía del exterior, sino que residía en él.

– “Cada vez que me enoje con alguien- pensó- recordaré que ese enfado está dentro de mí“.


María Fernández de la Riva Gozalvez
Psicólogo General Sanitario M-29020
Tfno. 639 40 74 93
https://fernandezdelariva.com/

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Psicóloga en Madrid y Majadahonda

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