Uno de los grandes beneficios que nos proporciona el Mindfulness es la sensación de libertad. No tenemos que creer que cada pensamiento o emoción que tenemos es real o auténtica. Son solo eso, diferentes pensamientos y emociones que surgen y desaparecen, con la práctica aprendemos a verlos como lo que son, simplemente percepciones y preguntarnos si de verdad hay que tomarlos tan en serio.
Cuando una emoción fuerte nos abruma, es probable que reaccionemos de una manera que más tarde lamentaremos.
Supongamos la siguiente situación: Discutimos con alguien, empezamos una conversación sobre un tema que no estamos de acuerdo. Al principio cada uno plantea sus razones. Sin embargo, en algún momento la otra persona manifiesta su temor a que estemos siendo “ingenuos”. Nos sentimos insultados, enfadados, ¿cómo puede ser tan ignorante y estar tan confundida?. Cambiamos el tono de la conversación y empezamos a elevar la voz , llegando incluso a gritar. De repente, decidimos dar la conversación por terminada. Al cabo de unos pocos instantes, comenzamos a sentir un importante malestar.
Evidentemente reaccionamos exageradamente, quizás habíamos tenido un día estresante en el trabajo, o algo nos haya salido mal por nuestra ingenuidad o falta de experiencia.
Y , ¿si hubiésemos sido capaces de hacer una pausa, respirar, de reconocer lo que sentíamos en el momento presente antes de empezar a gritar?. ¿Realmente la otra persona tenía intención de herirnos o realmente solo mostraba su preocupación por nosotros?. ¿Cual es la situación, qué es lo que está pasando realmente?.
Seguramente, después de esa pausa, hubiéramos podido impedir que nuestros sentimientos nos hubieran lanzado a una acción que no nos hizo sentir bien y de la que luego nos arrepentimos.
El Mindfulness encierra un gran poder: nos aporta el espacio necesario para responder en lugar de reaccionar, aportándonos la libertad necesaria para acertar en nuestras decisiones.
María Fernández de la Riva
Psicóloga clínica M-29020
Experta en Mindfulness.
Tfno. 639 40 74 93
